domingo, 19 de mayo de 2013

La élite de los olvidados

LA ÉLITE DE LOS OLVIDADOS

He naufragado en mi nave
y en la playa de este islote
no sé dónde hay sur ni norte
pero eso es irrelevante
pues cuanto pueda encontrarme
va a acabar siendo mediocre
-según dicen tiburones
del mar que tengo delante-.

No les he hecho mucho caso
y he decidido adentrarme
en lo que será ... ¿quién sabe?
Por eso voy a explorarlo.

***

Ya llevo varias semanas
y he visto casi de todo.
Nadie puede hacerse idea.
Cuánta existencia olvidada
separada de nosotros
que ha arrastrado la marea:

La autoconciencia, los techos,
los sujetos omitidos,
el pasado, la hora azul.

Los organismos pequeños
nuestros otros seis sentidos
con el sexto y el común.

El valor de dar las gracias,
entender nuestros orígenes,
las obras de las pirámides,
pedir perdón, nuestra infancia.

O los relojes de sol,
la forma de un corazón,
nuestra obra, nuestro papel,
la importancia de la fe.

Marte y estrellas, la Luna,
devolverle aquel amor
a quien nos meció en la cuna.
Muchos tonos de color,
sobre todo los de gris
que pintan el punto medio,
saber quién está en el Cielo,
superarte y ser feliz.
Muchas cosas que no vemos.

He visto pinceles rotos
porque -dicen- no pintaban
tan bien como lo esperado
y por eso los desechan.
¿Puede ser alguien tan tonto
para ignorar que esas manchas
no son por pincel manchado
sino por mano inexperta?

Pero ahí están, olvidados
pintando esta tierra nueva.

He visto a los ríos correr
atravesando esta isla.
Se formaron por traer
el agua que todos tiran.
Esas gotas cuando llueve
que matan los parabrisas
o esas, sin querer o adrede
que nacen de las pupilas
cuando naces, cuando creces,
cuando te cuentan mentiras.
También agua de un estanque
con esos tonos de verde,
que se deja y que se pierde
porque no se cree importante
pero es agua y agua es vida.

Pero mírala, olvidada,
combatiendo la sequía.

He visto muchos principios
y no de los de empezar.
De esos que esconden los libros
gritando sin retumbar.
De esos que te constituyen
y definen, y que sigues
si decides, siendo libre,
que con ellos se construye
una personalidad.
Y valores, devaluados
porque supone un esfuerzo
madurarlos y tenerlos
y muchos los han cambiado
por dar lana y por balar.

Pero ahí están, olvidados,
buscando a la humanidad.

He visto en la isla también
a mucha gente de a pie
confundida por el miedo.
Miedo de su propio ser
porque aunque en sus corazones
saben ser gente de bien
fuera muchos tiburones
dicen que no son tan buenos.
Y he encontrado a pesar de ello
muchos héroes escondidos.
La verdad cruda entre sueños
dicha por la voz de un niño,
un panadero de pueblo
levantándose a las cinco
para ser fiel a su oficio
echando su esfuerzo al fuego,
recogiendo pan caliente
para que coma la gente
que ha venido a refugiarse
lejos de ese mar grotesco.
Hay gente de todas clases,
desde extraños hasta genios,
nunca los reconocemos
pero pisan nuestras calles.
Sólo hay que esforzarse en verlos
pero eso no lo hace nadie.
Y ha llegado a impresionarme
ver que a muchos de los grandes
nunca los conoceremos.

Porque aquí están, olvidados,
relegados del recuerdo.

Esta es una isla de restos
fruto de una división
y de una segregación
que ha arrastrado a los de enmedio.

Reyes del anonimato
que han llegado a este lugar
despojados por el mar
perseguidos por escualos.

Compungidos sin motivo,
falsamente convencidos
de eclipsarse aunque sean astros
rutilantes, convertidos
en culpables del descaro
de no hacer lo convenido
como bueno y aceptado
por ganado submarino.

Y ahora han sido condenados
y apartados a este sitio
como forma de castigo
por haber sido sensatos.
Son tratados como extraños
no admitidos, y exigidos
para ser por el olvido
mártires del hipocampo.

(mayo de 2013)

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